Otra vez es 15 de julio y ya son 8 inviernos sin Andrea.
Un día como hoy, así de frio, Andrea salía de su puesto de trabajo, acá enfrente, en la Escuela, unos minutos antes, sin despedirse de nadie, sin sus pertenencias personales, así, como a las apuradas… para perderse para siempre…
Y ya nada más se supo de ella. Nada.
Hace 8 años hubo rastrillajes casa por casa, medios periodísticos nacionales por las calles del pueblo, perros buscando rastros, policía, bomberos, gendarmería… ¿Dónde esta Andrea? ¿qué pasó con ella? El resultado: más incertidumbre y desconcierto. ¿Hoy? Nada.
Ya pasaron 8 años de aquellos días y ya nadie busca a Andrea. El tiempo nunca trajo respuestas. Trajo dudas, temores, muchos rumores, pericias disparatadas, conclusiones vacías, pero de nuestra vecina, nada. Y pareciera no importarle a nadie, o a pocxs…
Hoy, 8 años después no hay culpables, ni imputados, ni responsables. Ya no hay causa, ni tampoco respuestas. Como si nuestra vecina nunca hubiera existido.
Y si, la vida sigue… pero nosotras, nuestra comunidad nunca más fue la misma.
La angustia e incertidumbre ante la desaparición de Andrea, en el mismo año en que en Monte lloraban a Kathy y semanas después del primer 3J donde gritamos “ni una menos”, nos recuerda que no estamos exentas de la violencia patriarcal, que las injusticias que vemos en las noticias no sólo pasan en otros lugares, también están presentes entre nosotras y es en esta realidad de pueblo pequeño. Tenemos que seguir fortaleciendo redes, cada vez somos más las que estamos despiertas y no vamos a permitir que ni una más sufra sin poner el grito de justicia en el viento.
Una mujer desaparecía hace 8 años y hoy lo que tenemos siguen siendo preguntas, sin respuestas ni responsables.
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Es para recordar la ausencia de Andrea que hoy estamos aquí, y para decirle al Estado que hoy es el único responsable de la desaparición de nuestra vecina, por acción u omisión y para seguir preguntando, hasta el cansancio: ¡¿Dónde esta Andrea Esnaola?!, desaparecida de su puesto de trabajo, en la escuela de PehuenCo, una tarde de julio, así de fría, helada como hoy.
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